domingo, 19 de agosto de 2012

FERIA DE MÁLAGA 2012: 8ª de Feria - Sin toros no hay fiesta


En la octava de Feria de Málaga, una pésima corrida de El Pilar con sus añadidos de Juan Pedro fueron definitivos para el desastre. Ni la oreja de Jiménez Fortes pudo tapar el fracaso.
CARLOS CRIVELL

MÁLAGA.- Sin toro no puede haber fiesta. Y en La Malagueta se ausentó el toro, así que la mayoría de los lances del festejo perdieron valor por esta circunstancia, crucial para el desarrollo de las corridas. No hay toro cuando éste se derrumba continuamente; tampoco cuando embiste como borracho a media altura; ni, por supuesto, cuando se echa antes de que su lidiador haya entrado a matar. Todo eso, y muchas cosas más, sucedieron en durante la última de lidia ordinaria de esta feria.

No vale que el torero ensaye muletazos sin fin con bonitas posturas cuando delante tiene un toro a punto de morirse. No es lo que necesita este espectáculo en estos tiempos, que sólo puede revitalizarse a costa de la emoción que generan un toro encastado, bravo o manso, pero con movilidad, así como un torero valiente o artista. Todo lo demás se convierte en un simulacro. La corrida de El Pilar, apenas tres toros, fue un desecho. Con una presentación al límite, el comportamiento deslució de principio a fin la lidia. Y si hubo instantes de mayor emoción fue por el empeño de los toreros.

En la corrida hubo momentos de inspiración artística, todos con la firma de Morante con el capote y algún muletazo suelto al primero de su lote. Apareció Enrique Ponce más entregado en el toro con el que ponía el remate a su paso por la feria. Y volvió a justificarse Jiménez Fortes. A pesar de ello, muy poca cosa.

Jiménez Fortes cortó una oreja. El tercero, con el hierro de El Pilar, fue muy flojo, se cayó en la faena varias veces, aunque también tuvo mérito el joven espada que logró que no se derrumbara de forma definitiva. Aprovechó su nobleza para realizar una labor con fases de toreo templado, sobre todo al final con la izquierda. Estuvo firme, asentado y templado. Lo mató de forma contundente y sus paisanos consiguieron que a sus manos llegara una oreja. En realidad, con tan poco toro no se deben cortar orejas.
Ponce no pudo torear al que abrió plaza. El toro cumplió como bravo en el caballo de Manolo Quinta y recibió un duro castigo. No se sabrá nunca si su forma de echarse al final de la faena de Ponce fue por la dureza del tercio de varas o porque carecía de casta. Ponce dio pases sueltos a un animal que ya anunciaba su catástrofe final. Se tumbó antes de que Ponce se perfilara para matarlo.

El torero de Chiva hizo un esfuerzo con el cuarto, toro noble y muy flojo de Juan Pedro. Se afanó en una labor a media altura intermitente. Junto a derechazos de mejor trazo contempló como su oponente claudicaba. Ese detalle no le importó a nadie. Ni al público ni a la banda, que ha dado todas las tardes un buen concierto venga o no venga a cuento. Ponce apenas ensayó el toreo al natural. Se le quedó muy corto el astado y volvió a la mano diestra. Todo esto y una estocada caída provocó una petición sin mayoría. No había lugar para orejas ni nada parecido. Al menos, en esta segunda tarde, y en el citado toro cuarto, Ponce apretó un poquito el acelerador.

Morante dibujó algunas verónicas sueltas, quitó por chicuelinas en réplica a un quite de Fortes y dibujó algún pase de regusto aislado en su primero. Morante con cuentagotas. Muy poca cosa. Es cierto que una verónica por el pitón izquierdo al quinto ha sido la mejor de toda la feria; también es verdad que cuando toreó de muleta adelantó la pierna para cargar la suerte; fueron detalles que, lógicamente, pasaron desapercibidos para la masa. Pero a este torero hay que exigirle mucho más. Otra cosa es la fijación que provoca en los tendidos.

El quinto no le gustó. Se puso por delante con la muleta y, como quiera que el toro tardara en embestir y se quedara corto, macheteó por bajo entre la protesta general. Recibió los pitos que siempre escucharon los artistas. Lo de la fijación es otra cosa. En la lidia del sexto, desde el tendido seguían diciendo aquello de ¡aprende Morante!

Ese sexto fue un sobrero de Parladé, sustituto de uno totalmente derrengado de El Pilar. Toro muy flojito y deslucido en al muleta. La plaza quería el triunfo de su nuevo ídolo. El comienzo por alto no fue buena medicina. Fortes lo intentó con ganas, la banda atacó con el toro rajado en tablas, y los naturales del malagueño, sin toro, no pudieron elevar el tono emotivo para que la Feria acabara en por lo alto. Sobraron los intentos de circulares, algo que debe cuidar este diestro. El final fue desabrido. Sin toros esto se hunde. No hacen falta ni los antitaurinos que gritaron a la entrada ni la crisis.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Málaga, 8ª de Feria. Casi tres cuartos de plaza. Tres toros de El Pilar, dos, cuarto y quinto, de Juan Pedro Domecq, y uno de Parladé, lidiado en sexto lugar como sobrero. Los de El Pilar, mal rematados, muy flojos y descastados. Mejor presentados los de Juan Pedro, también inválidos. Saludó en banderillas Juan José Trujillo.
Enrique Ponce, plomo y oro, pinchazo y se echa el toro (silencio). En el cuarto, estocada caída (saludos con petición insuficiente).
Morante de la Puebla, verde y oro, pinchazo y atravesada (saludos). En el quinto, pinchazo hondo y dos descabellos (pitos).
Jiménez Fortes, nazareno y oro, estocada (una oreja). En el sexto, estocada atravesada (palmas).

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