miércoles, 16 de julio de 2014

FERIA DE SAN FERMÍN 2014 – OCTAVA Y ULTIMA DE ABONO: Bolívar sale vivo de la pacífica miurada


El torero colombiano cortó la única oreja con uno de los dos buenos toros miureños; pobre  imagen de Esaú Fernández y Javier Castaño sin su cuadrilla al completo. 
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Fotos: EFE

El éxito se una feria reside en que no falle lo que no tiene que fallar. Parece que una  'boutade', pero no lo es. Lo saben bien José María Marco y Eugenio Salinas, tanto monta, monta tanto, como Miguel Criado que se va andando. Cuatro salidas a hombros  consecutivas, pero sobre todo una presentación de corridas cornudamente alucinante, salvo cuando la mano de las hechuras se echó al monte de la cuesta arriba y la fealdad. No recordaba uno tanto pitón y tantas caras ni en Pamplona, empezando por Victoriano del Río -el gran triunfador- o Garcigrande o Fuente Ymbro... Con permiso: las ganaderías toreristas han pegado un repaso en presentación y juego a las toristas. Un dato para quien crea en estas gilipolleces. El toro es el toro siempre que responda a la integridad y a sus líneas de sangre. 

Miura venía a cerrar la Feria del Toro como tótem. Dos toros buenos en miureños -segundo y sexto-, poco pienso por aquello de «es que los miuras son así», menos fuerza y mucha cara. Un equilibrio curioso.
Espectacular volterera la que se llevo Luis Bolivar en su primero del lote, no perdonando el Miura cualquier error del torero caleño.

En la ecuación puso orden Luis Bolívar, inteligente veterano. Manejó superiormente el  sentido de las distancias con un noble y cárdeno miureño. Bien plantada la plata y la planta. Bolívar es de la tierra de Alberto Salcedo Ramos, literatura hecha periodismo: 'El oro y la  oscuridad' y 'La eterna parranda'. Pasen y lean. Colombia pura. Enfrontilado Bolívar y a carta  cabal. El volteretón en la suerte suprema lo precipitó todo. De la paliza se levantó el torero como si le hubiese explosionado una bomba en la taleguilla, desgajada de ingle a gemelo. Como si un bisturí hubiera trazado la linea de la muerte.

Esa carretera la recorrió «Olivito» por la mañana sobre la anatomía australiana de un gachó que entre Estafeta y Mercaderes volvió a nacer. Nunca se había visto un toro perseguir a una presa en sentido contrario al recorrido del encierro ni con tanta saña ni olfato de tiburón... Y en la tarde resultó una malva salinera. Esaú, el muchacho de Camas, como si le hubieran contado la madrugada, no asentó las zapatillas ni una vez ni le dejaba meter la amplia cara de «Olivito», que fue la norma de la miurada pamplonesa. Lo pinchó de aquí a la eternidad y el esfuerzo de haberse ido con el anterior de antigua lámina a portagayola se quedó en nada. ¡Ay, Esaú, criatura!

Del volteretón, regresó Bolívar al salinero quinto con pantalones de monosabio. Ni 'jeans' ni vaqueros para tapar la taleguilla reventada. Brindó a Los del Río, sinónimo de buen bajío. Y  escapó del tontón miura, que jamás descolgó, con destreza y esgrima. Al paso lo cazó con  la espada y se subió al carro de los elegidos.
Asi de cerca y a esa altura pasaban se pasó los Miura Javeir Castaño, en el cierre de la Feria de San Fermin.
A falta de David Adalid, ni Javier Castaño ni su cuadrilla fueron nada. Como si Adalid fuese el comandante en plaza... La potencia se ausentó de su lote, incluso del larguísimo cuarto de casi 600 kilos que también besó la lona. O la arena.

Quedan en julio los ecos de un soberbio Miguel Ángel Perera, a años luz del resto; la  inteligencia de El Juli; el triunfo largo en orejas de Iván Fandiño; el talismán pirata de Padilla; la raza de Miguel Abellán; la revelación repescada de Pepe Moral; la clase de Pablo  Hermoso de Mendoza; y otro año más donde el toro fue protagonista. El toro de la élite y los toreros de las altas esferas. Por eso mismo, de esta Feria de San Fermín se puede pensar que cada uno está donde tiene que estar. Y las figuras lo son por algo.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Pamplona. Lunes, 14 de julio de 2014. Última de feria. Menos de 20.000  espectadores. Toros de Miura de enormes caras, muy desiguales remates en las hechuras  de la casa; de muy poca fuerza y poder en conjunto; sin maldad ni bravura ni fondo; el 2º, de  ir y venir en su distancia y a su altura, fue el mejor; también el 6º se desplazó en su buena  condición miureña.
Javier Castaño, de blanco y oro. Dos pinchazos, estocada atravesada y tendida y dos  descabellos (silencio). En el cuarto, media estocada algo tendida (silencio).
Luis Bolívar, de blanco y plata. Estocada contraria (oreja). En el quinto, estocada a toro  arrancado y descabello. Aviso (silencio).
Esaú Fernández, de blanco y oro con cabos negros. Bajonazo (silencio). En el sexto, seis  pinchazos y varios descabellos. Aviso (silencio).

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